Adoptar la braquiterapia para el tratamiento del cáncer de mama

Brachytherapy for Breast Cancer Treatment

Paula Cristina Batista da Rocha, trabajadora de una fábrica de 51 años de Oporto (Portugal), comparte su valiente experiencia con la braquiterapia para el tratamiento del cáncer de mama. Su historia destaca los retos emocionales y físicos a los que se enfrentó y el papel transformador de la braquiterapia en su tratamiento.

Diagnóstico inicial y luchas emocionales

El viaje de Paula empezó cuando la llamaron para una revisión rutinaria. Los médicos notaron algo inusual y la remitieron al Instituto del Cáncer de Mama. Tras someterse a varias pruebas, Paula recibió la devastadora noticia de que tenía un tumor maligno. El diagnóstico fue un duro golpe, que la dejó psicológicamente angustiada. “¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué a mí? Después de sufrir tanto en la vida, ¿por qué esto?”, recuerda que pensó.

Elección de la braquiterapia

Tras el diagnóstico, Paula fue operada para extirparle parte del pecho. La operación fue bien, pero entonces tuvo que elegir entre otros tratamientos: radioterapia o braquiterapia. Paula decidió informarse sobre ambas opciones. Tras hablarlo con su médico, eligió la braquiterapia. “Doctor, ahora vamos a la braquiterapia”, decidió, sintiéndose informada y segura de su elección.

La experiencia de la braquiterapia

El tratamiento de braquiterapia de Paula consistió en la inserción de 12 tubos de plástico en la mama. Estos tubos permitieron la administración precisa de radiación directamente en el lugar del tumor. El tratamiento se llevó a cabo durante cinco días en el IPO – Instituto Português de Oncologia do Porto Francisco Gentil, en Portugal, con sesiones por la mañana y por la tarde, cada una de las cuales no duraba más de diez minutos. A pesar del miedo y la incertidumbre iniciales, Paula encontró la experiencia manejable y fue bien atendida por el personal médico. “Me encantó el personal, me encantaron los médicos. Hacía como si estuviera en casa”, dice.

Recuperación y apoyo

La recuperación de Paula transcurrió sin problemas y reaccionó bien al tratamiento. Se sintió apoyada por el equipo médico y encontró fuerzas en su fe. “Pido a Dios ser una mujer feliz, tener suerte en la vida y que Dios me ayude en esta batalla”, comparte. Paula también se encargó de aconsejar a otros pacientes, explicándoles los beneficios de la braquiterapia y animándoles a tener fe y fuerza.

Un mensaje de esperanza

El viaje de Paula es un testimonio del poder de la resiliencia y de la importancia de una mentalidad positiva. Hace hincapié en la necesidad de fuerza y fe para superar la enfermedad. “Si no tenemos fuerza y fe, no pasará nada. Porque eso también es una buena medicina para ayudarnos con nuestra enfermedad”, aconseja. Paula anima a los demás a mantenerse activos, hacer amigos y mantener una actitud esperanzada. “Os deseo a todos mucha suerte, mucha salud. Eso es lo que le pido a Dios”, concluye.

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